Y tú? Por qué haces esto?

Te lo preguntan en casa, en clase, el vecino de abajo y las señoras que pasean perros enanos. Pero cuando llegan estas fechas de invierno hay veces que incluso te lo preguntas a ti mismo.

Y es que es verdad! Después de una semana madrugando para ir a clase, que te suene el despertador a las 7.15 el sábado es una "patada mañanera". No se me ha ocurrido otra forma de llamarlo. Sobre todo porque en el primer instante no te acuerdas de por qué coño suena tan pronto el despertador un sábado. Además de que el día anterior estuviste casi hasta las 1.30 en el bar tomando unas cervecitas. Y yo por qué hago esto?

Cuando vas a coger el traje y no lo encuentras en la percha habitual te acuerdas de que después del último baño decidiste que limpiarías el traje más tarde porque estabas muy cansado. Y ahí lo tienes, lleno de arena, empapado y helado. Pero yo por qué hago esto?

Ya en la playa reúnes el valor suficiente para abrir la bolsa. "Bah, tampoco es para tanto!", pretendes autoengañarte. La fase de ponerse el traje no tiene descripción. Solo diré que estar a pecho descubierto con 6 grados en la calle con el aire frío pegando una vez más te lleva a preguntarte, esta vez un poco más en serio. De verdad, por qué hago esto?

Y al meterte al agua, intentas a toda costa mantener la cabeza seca, hasta que llega el momento inevitable. Pero en el momento en que llegas al pico, tu y tres amigos solos, y remas la primera ola... Esa bajada, esa subida de adrenalina, oír el agua salpicando de la tabla, y la sensación de deslizarte de pies sobre el agua... Hasta que te caes, la espuma te revuelca, te llena el traje de arena y agua fría, dejandote en medio de la rompiente, con la serie amenazando desde el atrás.

Sin embargo, en tu cabeza en ese momento no hay sitio para más que esa pedazo de ola que acabas de pillar. Entonces piensas. Por esto! Por esto lo hago!

Y tú? Por qué lo haces?